Estoy casada desde hace 25 años. En octubre de este año celebraré mis bodas de plata. En 25 años jamás engañé a mi marido. Jamás pensé en hacerlo. Y lo mejor, juré y perjuré que jamás le engañaría.
Por circunstancias de la vida, a mis 47 años, me siento bien. Joven, activa, atractiva, encantadora, simpática.
Pero, por lo visto, sólo yo lo siento así. Mi marido me considera una parte más de la casa, la que se encarga de los niños, la compra, la limpieza, el orden en su vida. La que se encarga de solucionar problemas sin decir nada, la que jamás olvida una fecha, la que soporta a su familia. Resumiendo: una mujer trabajadora, una esposa perfecta, una madre maravillosa... y una completa infeliz.
He decidido crear este blog porque necesito imperiosamente contar mis escarceos amorosos. La infidelidad es un secreto. Nadie debe saberlo. NADIE. Confesar una infidelidad es crearse problemas. Y los problemas, los nervios, las mentiras están ahí. Además esta sociedad no admite a las mujeres infieles. Somos bichos raros. Malas personas, malas mujeres. Pero, de eso hablaré más adelante.
Si, necesito contar lo bien que me siento con mis amantes. Como he vuelto a ser mujer. Como me quiero más que nunca a mi misma. Vivir.